Por Lane Glenn, presidente
Northern Essex Community College
En su discurso del Estado de la Unión la noche del martes, el presidente Obama anunció la “Promesa Universitaria de Estados Unidos,” una propuesta audaz para que la educación a través de universidades comunitarias sea gratis.
El Presidente Obama señaló que más del 40% de los estudiantes universitarios de todo el país están optando por los colegios comunitarios para su educación, y explicó: “Algunos son jóvenes y empezando. Algunos son más viejos y en busca de un mejor trabajo. Algunos son veteranos y padres solteros tratando de hacer la transición de nuevo en la fuerza laboral. Quienquiera que usted sea, este plan es su oportunidad de graduarse listo para la nueva economía, sin la carga de la deuda”.
El plan del presidente es el modelo de un esfuerzo puesto en marcha recientemente en Tennessee. El mismo garantiza dos años de cursos gratis en universidades comunitarias, proporcionando clases sin pago de matrícula para los estudiantes que van a la escuela por lo menos a medio tiempo y que mantienen un promedio de calificaciones de 2.5 ó más con un progreso constante hacia un título o transferir sus créditos a una institución de cuatro años.
Hay mucho que gusta de esta idea. Reconoce la importancia del papel que los colegios comunitarios desempeñan dando a los estudiantes carentes un lugar donde empezar, y en la provisión de habilidades y credenciales necesarias para la fuerza laboral. Puede abrir la puerta a una educación universitaria un poco más por lo que es más asequible para los que están en los niveles de ingresos más bajos. Y a su vez crea algunas responsabilidades, exigiendo a los estudiantes que se benefician de ella que mantengan sus calificaciones y avancen hacia la graduación.
Y, por muy bien intencionado que sea, el plan del presidente también ha recibido algunas bien pensadas críticas. La más obvia, por supuesto, es: ¿De dónde saldrá el dinero?
La propia Casa Blanca estima que el plan podría implicar unos nueve millones de estudiantes, costando al gobierno federal alrededor de $60 billones en 10 años, y otros $20 billones de los estados que opten por el programa. En un momento en que Massachusetts está tratando de excavar su salida de un déficit de $750 millones y la deuda nacional supera los $18 trillones, ¿es realista pensar que el gobierno – a cualquier nivel – puede invertir en un plan como este?
Más allá del impacto del precio, sin embargo, la propuesta del Presidente Obama ha desatado una conversación constructiva entre los analistas en ambos lados de la división política y en los pasillos de los campus universitarios de todas partes, en cuanto a qué tipo de inversiones en el éxito del estudiante universitario podría realmente importar.
Por ejemplo, el plan del presidente apunta a la matrícula universitaria, que es lo que más se menciona en cuando a gastos en la educación superior, pero al final, no es el más significativo. En un estado como Massachusetts, la “matrícula” en las universidades públicas comunitarias es relativamente pequeña de sólo alrededor de $750 al año – mientras que los gastos que las universidades cobran varían ampliamente, y suelen ser otros $4,000-5,000 al año. (Para un desglose completo de la matrícula y cuotas de los colegios y las universidades públicas de Massachusetts, visite el sitio del Departamento de Educación Superior.)
Además de esto, para muchos estudiantes, la matrícula y cuotas están cubiertos por la ayuda financiera y becas, mientras que los libros, transporte, costos de cuidado infantil, y los gastos de mantenimiento son los destructores de presupuesto que los impulsan a trabajar en dos empleos, dejan de hacer sus tareas de clases y desertan la escuela antes de graduarse.
Aunque su tono puede ser un poco abrasivo y sus estadísticas sobre la tasa de deserción de universidades comunitarias están completamente equivocadas, David Brooks publicó un editorial de otro modo reflexivo y práctico sobre la inversión en el éxito del estudiante universitario en el New York Times el pasado lunes.
En “Supporting our Students” (Apoyando a Nuestros Estudiantes) en lugar de sufragar el costo de la matrícula, Brooks argumenta a favor de dirigirse a los otros gastos del estudiante como libros, transporte y cuidado de niños en primer lugar, y después pasar a subsidiar el costo de los orientadores y mentores; y para mejorar la preparación del estudiante para entrar en la universidad, reduciendo o eliminando la necesidad de cursos para remediar el atraso educacional conque llegan a los colegios comunitarios.
Esto no está tan claramente entregado como una propuesta de matrícula gratuita para los colegios comunitarios. Pero a las 1,200 universidades comunitarias públicas en todo el país que han estado haciendo “más con menos” durante más de una década, y que pueden ser comprensiblemente escépticas sobre la idea de la inversión del gobierno en la educación, nuevos recursos para las cosas que importan a la mayoría de los estudiantes sería un cambio de ritmo bienvenido y refrescante y una promesa que nos gustaría mantener.