By Tomás G. Michel
“Durante el 1960 e inicios del 1970, algunos cuarenta mil mexicanos viviendo al sur del borde mantenían tarjetas de residente permanente, que les permitían transportarse a trabajar a los Estados Unidos” — Aviva Chomsky, Undocumented.
Luchar en contra de la pobreza es una iniciativa que se lleva a cabo de manera incorrecta dentro del Commonwealth de Massachusetts. A pesar de que el “estado benefactor” ayuda a las familias en carencia a satisfacer sus necesidades básicas, también perpetúa el estancamiento sus miembros. La Ciudad de Lawrence no es la excepción a esta premisa; con un área de 7.4 millas cuadradas, sostiene un estimado de 80,162 residentes de acuerdo con la Oficina del Censo de EE.UU. en julio del 2017 —sin tomar en consideración los residentes indocumentados, y la gente que no se reporta— de los cuales un 80% son latinos. Posee un ingreso per cápita de apenas $18,069, con un 24% de la población viviendo por debajo del nivel de pobreza. Su gobierno municipal abarca un presupuesto de $301,385,608 para el año fiscal 2019 de los cuales $217,177,451 vienen del estado, constituyendo un 72% de su presupuesto operacional. De modo que Lawrence es una ciudad en lo absoluto dependiente, que ni siquiera produce la mitad de lo que necesita para que sus agencias públicas operen de manera propia.
Cuando los latinos empezaron a inmigrar a Nueva Inglaterra en el 1970, de lugares como la República Dominicana y Puerto Rico, se encontraron en ciudades como Lawrence descrita por Llana Barber en su Libro Latino City como “Una distrofia urbana: profundos prejuicios raciales, un paisaje segregado sin inversión, falta de empleo, falta de vivienda, sistema de escuelas públicas descuidados con faltas de fondos, incendios provocados, plaga, propietarios ausentes, alojamiento inadecuado, violencia por ganga y drogas, discriminación racial e incluso violencia racial”.
Esta depresión perturbó a muchas ciudades post-industriales en la que el sector del servicio reemplazó al mercado de la manufactura después de la Segunda Guerra Mundial. Repartiendo décadas de inestabilidad económica en la que el liderazgo a cargo, trabajó sin una agenda realista que devolviera sus derechos civiles a la gente.
De acuerdo a un estudio publicado en el 2015 en el Academy Entrepreneurship Journal por Rowena Ortiz-Walters, “Los emprendedores étnicos y de sexo femenino, sufren un rendimiento de negocio más bajo; negocios poseídos por latinos son financieramente menos estables y más propensos a fallar por falta de sustentabilidad”. Por tanto, si tomamos en consideración que, a partir del 2012, Lawrence tiene 5343 firmas de las cuales 3678 son propiedad de minorías (aproximadamente un 70%), implica que tenemos un problema significativo pertinente a la producción sólida de riqueza local. Y este percance obstaculiza el sano desarrollo del municipio.
La solución a esta problemática reside en los hombros de las organizaciones sin fines de lucro. De acuerdo a la “Teoría de Falla Gubernamental, la capacidad del gobierno para atender una amplia variedad de demandas del sector público para productos y servicios está limitada, dejando algunos segmentos de la población insati