Por Dalia Díaz
La escuela secundaria, Phoenix Academy Lawrence, está dando a los estudiantes que han dejado la escuela una segunda oportunidad a una buena educación y un boleto a la universidad. Entrando a su tercer año, la escuela sirve a 150 estudiantes quienes han luchado en encontrar éxito en un ambiente tradicional educativo.
Beth Anderson, la fundadora y Presidenta Ejecutiva (CEO) de Phoenix, inicialmente fue consultada para abrir la escuela después que las Escuelas Públicas de Lawrence fueron colocadas bajo el estado por la Junta Directiva de Massachusetts Board of Elementary and Secondary Education. “Cuando Jeff Riley fue nombrado superintendente en 2012 y miró a la tasa de deserción de más de cincuenta por ciento en las escuelas de Lawrence, él sabía que necesitaba una forma de cómo contactar los estudiantes, quienes ya no estaban en la escuela,” dijo Anderson.
Aquí es donde entra Phoenix.
Ante la petición del Departamento Escolar de Lawrence, Phoenix, una red de escuelas públicas chárter que maneja otras dos escuelas secundarias en Chelsea y en Springfield, diseñó y construyó una escuela para el distrito para servir a los estudiantes que han abandonado la escuela. En los últimos tres años, los resultados de las escuelas han sido significativos.
Por ejemplo, Elizabeth Rodríguez es una estudiante de tercer año en Phoenix Academy Lawrence. Antes de asistir a Phoenix, Rodríguez se esforzaba en sus estudios en Lawrence High School. “Yo faltaba mucho a mis clases y no me importaba la escuela,” ella dijo. Tras la recomendación de una maestra, Rodríguez decidió transferirse a Phoenix. “Sentí como si el ambiente y las personas (de la escuela) eran muy diferentes,” informa ella. En su escuela anterior, ella dijo, “Me salía (de la clase), y mis maestros no se daban cuenta o no les importaban. Pero aquí, si me iba de la clase los maestros trataban de detenerme o me buscaban. Aquí ellos tratan de llegar a ti y ayudarte.”
De hecho, Phoenix Academy es conocida por movilizar a sus maestros, empleados, y estudiantes para enviar mensajes de texto, llamar y visitar el domicilio de los estudiantes que no se presentan a las clases. Si un estudiante no está en la escuela en la mañana, ellos son llamados y animados para que participen en los períodos de clases en la tarde.
En Phoenix, Rodríguez se halló en un ambiente escolar donde ella era capaz de hacer decisiones positivas que le ayudaría a alcanzar el éxito académico. Su meta es asistir a una universidad para obtener un título en justicia penal.
Phoenix ha estado ayudando a estudiantes como Rodríguez desde el 2006, cuando Anderson fundó su primera escuela chárter en Chelsea, Massachusetts. Desde su fundación, Phoenix Chelsea Academy Charter School ha logrado un éxito notable: las notas del MCAS han aumentado significativamente y los graduados de Phoenix se inscriben en las universidades a tasas impresionantes. El otoño pasado, una tercera escuela chárter de Phoenix abrió sus puertas en Springfield, Massachusetts.
“Lo que estamos descubriendo,” dice Anderson, “es que hay muchas comunidades en Massachusetts donde los niños son inteligentes, los niños son ambiciosos, pero no son empujados lo suficiente para ser exitosos y no están en una posición en la que van a tener éxito. Es nuestro deber tomar estos niños talentosos, regresarlos a los salones de clases y dirigirlos hacia la universidad.”
Phoenix sirve a estudiantes de diferentes orígenes. Algunos estudiantes son mayores de edad que han abandonado la escuela por varios años y un número de estudiantes vienen de otros países. Muchos estudiantes simplemente lucharon en una escuela secundaria grande y necesitaban la atención que una pequeña escuela como Phoenix puede proveer.
Jeanette Jiménez, una trabajadora social en la escuela, describe a los estudiantes de Phoenix como “alumnos que no encajan exactamente en el sistema educativo establecido en esta comunidad. Son estudiantes que necesitan una experiencia reparativa, que necesitan creer que pueden tener éxito en la escuela.”
Para ayudar a los estudiantes a tener éxito, Phoenix utiliza un modelo único. La escuela es pequeña y tiene una alta proporción de adultos a estudiantes. Los empleados son amables y simpáticos, siempre buscando cómo construir relaciones fuertes con los estudiantes. Hay doce AmeriCorps Fellows que ofrecen tutoría de uno-a-uno para ayudar a los estudiantes a ponerse al día con sus trabajos académicos. La escuela emplea tres trabajadores sociales, un número alto para el pequeño cuerpo estudiantil, y un Equipo de Apoyo Estudiantil cuya misión es ayudar a los estudiantes a procesar y a enfrentar comportamientos negativos. Todos estos servicios permiten que la escuela mantenga a los estudiantes a un nivel alto académico, mientras que cada estudiante reciba el apoyo que necesita para mantenerse motivado.
Un mayor enfoque del modelo de Phoenix es apoyar a los estudiantes para que sean responsables de sus propias decisiones y comportamientos. Si un estudiante de Phoenix llega tarde en la mañana, no le permiten entrar al edificio hasta la tarde cuando es tiempo de almuerzo. Los estudiantes están obligados a estar en uniforme (una camiseta Phoenix dentro de los pantalones de color caquis) todos los días. En adición, la escuela utiliza méritos para alentar decisiones positivas y un sistema de deméritos para desalentar comportamientos que interrumpen sus estudios.
Aunque las reglas pueden parecer rígidas para un desconocido, los empleados y los estudiantes confían en ellas.
“En Phoenix, nosotros tomamos muy en serio la idea de que estamos preparando a los estudiantes para la vida real,” dice Jiménez. “Nosotros preparamos a los estudiantes académicamente, y eso es fundamental, pero también los estamos preparando para que puedan tener transacciones sociales que necesitarán para tener éxito en sus trabajos, y para llevarse bien con los profesores de la universidad. Para tener éxito, se necesita llegar a tiempo.”
Elizabeth Rodríguez dice que al principio ella luchó con las reglas estrictas. “En la otra escuela, yo podía hacer lo que quería- como escuchar música, lo que sea. Aquí es diferente. No tenga su teléfono afuera, no oiga música, manténgase en uniforme.” Estas normas, ella explica, “nos están ayudando a madurar y crecer.”
La verdadera prueba del modelo de Phoenix se puede ver por la clase graduado del año pasado. En 2014, cinco estudiantes formaron la primera clase graduada de Phoenix y todos los cinco fueron aceptados a la universidad. Estudiantes del último año en Phoenix regularmente tienen matrícula dual entre Phoenix y Northern Essex Community College. Para el próximo año, la escuela está planeando añadir cursos avanzados (AP) en el currículo.
“Cuando los estudiantes deciden participar en la comunidad de Phoenix,” dice Jiménez, “hay sentidos de confianza y logro que los acompañan – sentidos que, tal vez, nunca han sentido en la escuela. Tienen un sentido de realización.”
La comunidad de Phoenix ha compartido su visión para que sus estudiantes no solamente se gradúen, pero también tengan éxito cuando se integren a la fuerza laboral y a la comunidad.
“Nuestro objetivo es preparar a nuestros estudiantes para unirse a la clase media- y si no sostenemos estas normas de puntualidad y comportamiento adecuado, los estamos llevando al fracaso por no enseñarles lo que necesitan saber para navegar el mundo,” dice Anderson. “Es una realidad que nuestros estudiantes tienen caminos más difíciles de viajar – eso es lo que la pobreza y la raza significan en los Estados Unidos – pero si no les damos los instrumentos para superar esta realidad, si les permitamos que hagan excusas, sólo dañamos sus futuros.”