A través de los años, mientras que mi familia y yo nos sentábamos a hablar sobre la vida en Cuba y la posibilidad de viajar al país, mi padre a menudo decía que nunca volvería a visitar hasta que Castro hubiese muerto. Que no había manera de que fuera sabiendo que su dinero va a ese gobierno.
Si bien he entendido sus sentimientos hacia el régimen comunista de Castro, nunca pude comprender plenamente por qué se sentía así, después de todo yo había visto a Cuba sólo de una forma durante toda mi vida. A menudo me he preguntado por qué no le gustaría volver y ver qué había sido de su país de origen, ¿por qué no iba a querer compartir esa parte de su vida conmigo.
En 2000 tuve la oportunidad de viajar hasta allá con mi madre y ver de primera instancia cómo es la vida en Cuba. Aunque tuve la oportunidad de ver cómo la gente vivía con la comida racionada, reciclando piezas para autos y otros dispositivos, también pensé que tal vez, sólo tal vez podría haber algunos aspectos positivos en el comunismo. Después de todo, el pueblo tenía derecho a una educación, vivienda y atención médica gratuita. Pero, ¿es realmente gratis? ¿Y a qué precio?
Celso González-Falla nos lleva a esa era en su novela, Mi Cuba Perdida, al 1958, el último año de la dictadura de Fulgencio Batista para mostrarnos una época donde florecieron las fincas de propiedad privada, los caballos fueron criados para exhibiciones, y la gente viajaba libremente.
Mike Rodríguez, el hijo de Don Miguel es llamado de vuelta a la finca de su familia mientras estudiaba en los Estados Unidos. Si bien Don Miguel se mantiene lejos de los trabajadores de su finca, Mike nos muestra la vida de los trabajadores así como la vida en Cuba y en la granja.
Mi Cuba Perdida no sólo nos lleva a la Ciudad de La Habana, sino a las provincias del país, en una exploración de Camagüey. Irónicamente, este es el lugar donde mi padre se crió y tenía una granja con su familia. González-Falla también habla de las diferencias y los cambios entre las generaciones y la política ha plagado al país, con la historia terminando el 31 de diciembre, el día antes de que Castro tomara el poder.
En 1960 Celso González-Falla luchaba clandestinamente contra el régimen de Castro. Para evitar ser detenido, pidió asilo político en la Embajada de Chile en abril de 1961 después de la invasión de Bahía de Cochinos. Salió de Cuba en junio llegando a Texas.
González-Falla escribió My Lost Cuba porque tiene hijos que nacieron en Cuba y en los Estados Unidos y él quería que tuvieran una idea clara de Cuba antes que Castro la cambió.
Si bien hay muchos libros sobre Cuba antes de la toma de posesión de Castro, ninguno cuenta la historia real en formato de novela de la forma que Gonzalez-Falla la presenta.
Mientras que su libro carece de trama, que es una parte importante de cualquier novela, es un importante libro que debe ser leído de manera que todos podamos comprender y tener una idea de lo que las generaciones mayores están describiéndonos. Se trata de un libro que tan descriptivamente nos habla de la vida antes de Castro, una vida que era tan amada y apreciada que creo que nuestros parientes mayores pueden tener dificultades transmitiéndolo a las generaciones más jóvenes.
Es debido a este libro que por fin puedo entender lo que mi padre ha estado tratando de decirme todos estos años y es mi esperanza que los cambios de Raúl Castro ha venido implementando poco a poco me darán la oportunidad de viajar hasta allá una vez más para tener la oportunidad de verlo a través de los ojos de mi padre.