La diferencia entre Juntos y Unidos.
“Un punto de vista”, © 1996.
Por Paul V. Montesino, PhD, MBA, ICCP.
Hace varios años, mientras Cuba y Estados Unidos aún mantenían relaciones diplomáticas y yo seguía en la isla, tuve uno de esos momentos ajá que uno nunca olvida, y este quedó en mi memoria no porque impactara mi vida cotidiana sino porque me había confundido.
Tenía una novia que vivía en Placetas, una de las principales ciudades de la provincia de Santa Clara, justo en el centro de la isla, y solía viajar desde la Habana para verla con cierta frecuencia a través de La Ranchuelera, una línea de autobús de buena reputación y puntualidad.
En uno de esos viajes, una turista estadounidense de media edad que vivía en Chicago y estaba interesada en los asuntos cubanos viajó en el mismo autobús y se sentó a mi lado e iniciamos una conversación amistosa utilizando nuestras limitadas habilidades lingüísticas mutuas acompañadas de gestos con las manos y la cara.
En una parada para almorzar en la ciudad portuaria de Matanzas, la mujer insistió en invitarme a almorzar y pagarlo. Había interpretado el menú haciendo papel de anfitrión amigable que ella no podía y no quería ignorar. Cuba estaba involucrada entonces entre el período “postnacionalista de Batista” y el período de “conflicto pre-Cuba-Estados Unidos” y los otros pasajeros en el autobús estaban naturalmente curiosos acerca de nuestra voluntad de establecer un contacto cultural y de género tan diferente. Uno de esos pasajeros, sin mucha insistencia de nuestra parte, se presentó y ofreció esta opinión inusual: “Viví en los Estados Unidos durante unos meses, pero siempre tuve la impresión de que eran Estados Juntos, no Estados Unidos”. Y con esas palabras aportadas de “sabiduría” política, cerró la boca y permaneció en silencio durante el resto del viaje.
En ese momento, la comparación me parecía bastante inocente. Nuestros cincuenta Estados Unidos, pensaba el hombre, tenían una asociación de acciones conjuntas, pero no filosofías unidas. Me desconcertó por los pocos momentos de mi viaje a partir de ese momento, y me olvidé de sus implicaciones tan pronto como llegué a la vista de Placetas y mi novia, pero recientemente, durante nuestra celebración del Cuatro de Julio, esas palabras me devolvieron el golpe con su significado. ¿Somos realmente solo un grupo de estados políticamente independientes que no colocan nuestro dinero patriótico donde están las opiniones de nuestras bocas? ¿Estamos separados mientras el camino es fácil y nos unimos solo mientras somos atacados, y el camino es difícil?
No estoy seguro de si nuestro “compañero de viaje” (¿ha escuchado esas palabras antes?) estaba usando sus propias palabras o estaba citando alguna persona de influencia irrespetuosa a quien no le gustaba nuestra nación. Los hombres y mujeres que han dado sus vidas defendiendo a nuestro país no lo han hecho porque son tejanos, floridanos o habitantes de Nueva Inglaterra. Lo han hecho porque eran estadounidenses. Vinieron de “una sola nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”. Y esas palabras no me suenan solo juntas, su eco está unido. Y en lo que respecta a mi novia, mis viajes no continuaron mucho más y terminamos nuestra “amistad”.
Y ese es mi punto de vista hoy. Abur.
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