Un punto de vista Por Paul Montesino

Ajustando la eternidad a la temporalidad.
Un punto de vista © 1996
Por Paul V. Montesino, PhD, MBA, CSP.

Nadie puede argumentar que dividimos la historia en pequeños compartimentos con el fin de gratificar el carácter temporal de nuestra naturaleza y así enfrentar el impacto inevitable de una existencia eterna.

Para vivir una vida de hoy en el presente, aprendemos a olvidar un pasado que no podemos cambiar y dejamos de preocuparnos por un futuro que nadie puede predecir. Las técnicas de entrenamiento de meditación que ofrecen formas de practicar ese enfoque tienen una larga historia no solo en nuestras sociedades occidentales, sino también en muchas civilizaciones orientales del pasado y del presente.

Hablaré primero del pasado. Desafortunadamente, ignorar los componentes de la historia registrada porque no tienen presencia hoy nos roba muchas oportunidades de aprender no solo sobre ese pasado, sino también sobre cómo corregir los errores cometidos entonces y quiénes somos en el presente.

No faltan monumentos y literatura sobre los padres fundadores, y las madres, si existen, en la mayoría, si no en todas las naciones del mundo, incluida la nuestra. Incluso llevamos sus fotos grabadas en el papel moneda que tenemos en los bolsillos. Una lista mundial parecería una guía telefónica si tratara de citar sus nombres en este artículo. Pero el artículo no es ni pretende ser un directorio de este tipo. Esto no significa, sin embargo, que los miembros de esos grupos no hayan influido o no estén influyendo en el mundo hoy. ¡Hablando de influentes!

Si viaja a Uno First Street, NE, Washington D.C., se encontrará con un magnífico edificio antiguo que alberga la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde nueve Jueces Supremos interpretan los principios diseñados por nuestros Padres Fundadores que se suponía que representarían lo que los Estados Unidos serían no solo entonces sino también en su futuro, nuestro presente. Una vez que los jueces expresan una opinión, se supone que tiene la fuerza de un precedente y cualquier caso nuevo estará sujeto a ese precedente, igual que los casos presentados a la corte desde la fundación de nuestro país han estado sujetos a la filosofía y los principios legales de nuestros padres fundadores también.

Pero para estar sujetos a esos principios, también debemos estar dispuestos a luchar por ellos. Y no me refiero solo a luchar con nuestras manos, brazos y armas, sino a dar a nuestras instituciones la capacidad de cubrirnos a todos con lo que yo llamo “un paraguas de derechos y privilegios” que nos proteja de las lluvias tormentosas de la discriminación y la tiranía.

Como inmigrantes a este país, también significa que llevamos en nuestro equipaje mental y espiritual los principios de aquellos de nuestros países de origen que sacrificaron sus vidas dándonos el ímpetu que nos movió a Estados Unidos. Como inmigrantes cubanos, como lo es mi caso, eso significa traer con nosotros los recuerdos de José Martí y Antonio Maceo entre otros, mártires de nuestra guerra de Independencia, y su filosofía, no con la intención de reemplazarlos, sino simplemente agregarlos al inventario de los Estados Unidos. Lo mismo ocurre con cada inmigrante bien intencionado que intenta cruzar nuestras fronteras… en el camino de entrada.

Este 28 de enero, en 1853 para ser exactos, hace ciento setenta y un años, en La Habana, Cuba, vino a este mundo José Martí Pérez. Su padre Mariano era español y su madre Leonor de Islas Canarias. Pero el joven José no se contentó con convertirse en un vástago español; Optó por convertirse en miembro de una nueva raza que se oponía al gobierno de sus mayores e intentaba establecer un país libre para sus descendientes. No solo luchaba contra su pasado, sino que también se unía a ellos para crear un futuro más justo para todos. Nacionalista cubano, poeta, filósofo, ensayista, periodista, traductor, profesor, editor, y humanista eran su naturaleza. Tenía todas las herramientas necesarias para nosotros hoy en día para enfrentar los desafíos políticos y morales que enfrenta el mundo, incluida la complicada situación de sesenta y cinco años en la propia Cuba.

Habrá eventos para celebrar el nacimiento de José Martí por parte de aquellos que se preocupan. Se presentarán ponencias y se darán discursos, pero al final el público se irá a casa a vivir su vida como de costumbre. No creo que José Martí quisiera o mereciera un retiro de esa manera, pero nos corresponde a nosotros corregir ese comportamiento, no a José Martí mismo. Él está en un mundo de eternidad, no de temporalidad.

Y ese es mi punto de vista hoy. Agur.

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