“La decimoquinta depresión tropical de la temporada ciclónica en el Atlántico se convirtió este sábado en la tormenta tropical María y amenaza a las islas caribeñas arrasadas hace poco más de una semana por el huracán Irma”, aseguró el Centro Nacional de Huracanes (CNH) en Miami.
Ante esta advertencia, los portorriqueños en la isla, ya debilitados por el huracán Irma, comenzaron a prepararse lo mejor que podían, mientras que desde aquí, en la seguridad de tierra firme, los que tenemos familiares y amigos allí y sentimos por esa pequeña isla nos preparábamos para lo peor.
Y lo peor ocurrió. Perdimos comunicación con la isla. Luego supimos la causa. La mayoría de las torres radiales habían sido derribadas por la fuerza del viento. Y no solo eso, se quedaron a oscuras por la misma razón; los postes eléctricos fueron derribados. Puentes fueron arrastrados por la fuerza de los ríos dejando carreteras incapaces de llegar a su destino.
Recordamos los daños causados recientemente por el Huracán Harvey en Texas y a la ciudad de Houston en particular, así como del Huracán Irma en Florida, ese mismo que debilitó a Puerto Rico a su paso por el Caribe y de cómo la ayuda a esas áreas comenzó a fluir inmediatamente desde distintos puntos el país. La ventaja es que la ayuda iba por tierra firme pero ¿cómo llegar de inmediato a La Isla del Encanto con tantas millas de mar de por medio?
Sin temor a equivocarnos, nos atrevemos a asegurar que Lawrence fue la primera ciudad en el país en reaccionar ante el desastre sufrido por la Isla de Puerto Rico. Recordamos como la ciudadanía reaccionó ante el terremoto de Haití en 2010 que dejó una ciudad capital en ruinas y miles de muertos y más de una vez por desastres ocurridos en República Dominicana, por lo que creemos que la Ciudad de Lawrence no solo se ha ganado el respeto de otras comunidades en cuanto ayudar al prójimo se refiere sino de cómo hacer llegar las ayudas a su destino.
Respalda esta teoría el hecho de que las ciudades de Cambridge, Chelsea, Haverhill, Lowell, Lynn, Waltham y Worcester, hayan escogido el Centro de Distribución establecido en el 530 de Broadway para enviar todo lo recaudado en esas ciudades para unirlas a las de Lawrence.
Desde estas páginas saludamos a los hombres y mujeres que han dedicado y dedican, su valioso tiempo para trabajar en estas causas justas. ¡Qué Dios los bendiga!