Es muy posible que nuevas generaciones no recuerden o tal vez nunca hayan oído mencionar qué representa para los ciudadanos anteriores a ellos el día 7 de diciembre de 1941, “El día que vivirá en la infamia”, según declaró el Presidente Franklin D. Roosevelt ante el Senado norteamericano, setenta y ocho años atrás.
Nos referimos al ataque aéreo, sorpresivo y devastador, lanzado contra la base naval de Pearl Harbor, Hawaii, hogar de la flota del Pacífico por fuerzas del Imperio Japonés. Cuando el ataque terminó, las bajas del lado de los Estados Unidos eran 2,403 muertos y 1,178 heridos en acción, además de una larga lista de buques perdidos totalmente y/o dañados, así como una gran cantidad de aviones.
No fue un ataque a Norte América ya que Hawaii era territorio de los Estados Unidos aunque no un estado miembro de la unión en esa época, pero provocó a los Estados Unidos a declarar la guerra a Japón, luego de aquel apasionado discurso ante el Senado.
En Septiembre 11, 2001, otro día que vivirá en la ignominia, esta vez el territorio continental de los Estados Unidos fue atacado en una serie de ataques suicidas contra las Torres Gemelas en New York y el Pentágono en Washington por miembros de al-Qaeda con el resultado de la pérdida de casi 3,000 civiles.
Estados Unidos respondió con una guerra abierta contra el terrorismo. La diferencia entre los dos ataques es que el primero vino de un país fácil de identificar y destruir, aunque a un alto costo.
Los terroristas están en todas partes. Han atacado en Yemen, África, España, India, y tal vez estén considerando otro ataque aquí a pesar de que muchos de sus líderes han sido eliminados en Afganistán, incluyendo su máximo líder Osama bin Laden, que fue puesto fuera de circulación por un operativo de U.S. Navy SEALs y el CIA llevado a cabo en su residencia de Abbottabad, Pakistan.
Nuestro saludo y respeto va para aquellos que setenta y ocho años atrás lo dieron todo defendiendo nuestros principios e ideología y también más reciente, para aquellos que entraron a las torres en llamas, cuando todos estaban tratando de salir de ellas.
Por su sacrificio y por lo que han hecho por la humanidad, no debemos olvidarlos.