Cuentan los antiguos residentes de Lawrence que, cuando niños, sus padres sabían que habían estado nadando en el río debido al color que ese día lucían en la piel. El color, era el mismo que el tinte utilizado por la industria textil que por más de 100 años fueron utilizados para teñir piezas en las fábricas que se erguían a lo largo del poderoso Río Merrimack y eran descartadas en sus aguas, ignorantes tal vez del daño que estaban haciendo al medio ambiente.
Luego del cierre de las fábricas, tomó más de 40 años y gracias a enérgicas medidas implantadas por el Departamento de Protección Ambiental, se declaró que el río estaba lo suficientemente limpio para nadar en él, a pesar de que al mismo tiempo se convirtió en el basurero favorito de personas inescrupulosas que lo utilizan para deshacerse de de lo que les estorba, incluyendo automóviles.
“En este estado, con su gran tradición de empujar los coches y cometer fraude de seguros, le será difícil encontrar un lugar mejor para desaparecer un auto. Hasta el momento los buzos han encontrado cerca de 80 de ellos en el fondo del río. A pesar de que las tasas de robo de automóviles se han reducido, se pueden encontrar en el barro del Merrimack un recordatorio calcificado de mediados de los años 70 como la Capital del robo de coches de América,” según un artículo de Billy Baker en el Boston Globe.
Ahora, además de la constante contaminación a que es sometido, el peligro viene del progreso. En su lista de los 10 ríos en más en peligro de extinción de los Estados Unidos, nuestro querido Merrimack ocupa el 8vo sitio. El pavimento está reemplazando rápidamente a los árboles a través de la cuenca del Río Merrimack. El impacto del desarrollo insostenible en la tierra, los bosques, el hábitat y la calidad del agua es la amenaza más grande que enfrenta la cuenca del Río Merrimack hoy.
Hemos abusado de nuestro río más de la cuenta. Es hora de abogar por la salvación de la fuente de agua potable que sirve a más de medio millón de habitantes y el hogar de la trucha de arroyo del este y otros peces y vida silvestre, el Río Merrimack es uno de los tesoros de Nueva Inglaterra. Sin embargo, sus bosques están desapareciendo, talados para dar paso a la evolución, carreteras y aparcamientos.
Demandemos que la EPA actúe ahora para proteger las tierras sensibles e implementar soluciones de infraestructura verde, o el río y sus comunidades serán ahogadas por la escorrentía cada vez más contaminada.