Recién celebramos en Lawrence el Festival de Pan y Rosas, dedicado a recordar a los héroes y heroínas que en 1912 abandonaron sus puestos de trabajo en protesta por la reducción en las horas de trabajo que conllevaba una reducción de salario que de por sí, era ya mísero.
Nos dice la historia que por 9 semanas durante un terrible invierno, más de 20,000 trabajadores, en su mayoría nuevos inmigrantes, se atrevieron a retar a los dueños de las fábricas y otras autoridades de la ciudad.
Observadores de la época quedaron impresionados por la estrecha cooperación entre los huelguistas de distintas etnias; como se repartían alimentos, el importante papel de la mujer, que a pesar de ser generalmente pacíficas, se enfrentaban a las milicias con firmeza.
A pesar de que el uso de la frase “Pan y Rosas” durante la huelga no ha sido documentado, más tarde, las palabras llegaron a asociarse con ella simbolizando la batalla de los trabajadores por la subsistencia y la dignidad.
Sabemos que el triunfo no fue solamente de los trabajadores, sino por la inmensa labor llevada a cabo por Industrial Workers of the World (IWW), que unió a obreros de 40 nacionalidades diferentes desafiando la suposición de otras uniones más conservativas, que inmigrantes, especialmente mujeres de diferentes etnias jamás podrían ser organizadas.
A raíz de esa huelga, proliferaron las Uniones. Una para cada profesión o especialidad, con cada miembro pagando cuotas de membrecía, con la ilusión de que estarían protegidos.
Por desgracia, en una ciudad con tanta historia sobre los derechos de los trabajadores, los trabajadores del Local 3 de SEIU de Lawrence están trabajando sin contrato y no han recibido un aumento de sueldo en 6 años, lo que provocó al Agente de Negocios, Edmond P. “Ike” Gabriel a acudir a los medios para pedir apoyo para ayudar a alcanzar un contrato justo y equitativo con la ciudad.
Gabriel, en una entrevista exclusiva con Rumbo publicada el 15 de abril, 2016, declaró que en sus conversaciones con el Alcalde Daniel Rivera, sobre esta situación, siempre respondía que no hay dinero.
¿No hay dinero para los dedicados servidores públicos que mantienen su agua corriendo, sus parques, alcantarillas y calles limpias y claras, pero SI hay dinero para distribuir aumentos y estipendios a los elegidos?
Inspirados en el espíritu de los huelguistas de 1912, es hora de que las uniones utilicen su fuerza y demanden justicia para los trabajadores que ellos representan. ¡Ya han esperado demasiado!