No es la primera vez que dedicamos nuestro editorial al horrible acto de asesinato masivo perpetrado en contra de nuestro país el 11 de septiembre, 2001 y nos preguntábamos, si eso era un acto de guerra, ¿Quién o quiénes eran nuestros enemigos?
Poco después, la noticia comenzó a desarrollarse y supimos que los perpetradores eran un grupo afiliado con la organización terrorista al-Qaeda, que se las arregló para entrar a este país, y desde aquí, secuestrar cuatro aviones llenos de inocentes pasajeros y estrellarlos contra objetivos previamente seleccionados.
Diez y nueve terroristas estaban envueltos en este abominable hecho del cual ninguno sobrevivió, pero hay muchos más que están dispuestos a atacarnos de nuevo, si los dejamos. Después del ataque terrorista del 11 de septiembre, 2001, ha habido cerca de una docena de ataques terroristas de al-Qaeda en otras partes del mundo. Países como España e Inglaterra, por solo mencionar a dos, han sentido su zarpazo.
En otros, han tratado de atacar, pero han fallado. Si fallaron, no fue por falta de organización y disposición de su parte o porque nos pusimos dichosos; no, fue porque las autoridades están mejor preparadas para combatirlos. Su principal objetivo es destruir todo y a todos los que se opongan a sus fanáticas creencias.
Nosotros debemos permanecer vigilantes y unidos con el resto del mundo, no importa religión o partidos políticos, en contra de estos creyentes extremistas.
Tenemos el derecho de vivir en paz y debemos hacer lo que sea necesario para lograrlo. ¡No importa el precio que tengamos que pagar!