Un punto de vista © 1996 Por Paul V. Montesino, PhD, MBA.

Un punto de vista © 1996
De París a La Habana doscientos treinta y dos años después.

Por Paul V. Montesino, PhD, MBA.

El 14 de Julio de 1789, La Bastilla, una fortaleza utilizada para albergar prisioneros políticos en París, fue asaltada por multitudes rebeldes y comenzó la Revolución Francesa. El 14 de julio de 2021, una fortaleza política cubana que es tan larga y ancha como esa isla caribeña, fue repentinamente combatida por multitudes que gritaban “Patria y Vida”, un nuevo eslogan que era más optimista que las cansadas palabras oficiales de “Patria o Muerte”.

La Revolución Francesa fue influenciada e inspirada por las nuevas ideas de la “Iluminación” de la Revolución Americana considerada el punto de partida de la Era de la Revolución. Si bien es cierto que las condiciones locales que desencadenaron la Revolución Francesa fueron francesas y no estadounidenses, la realidad es que la experiencia estadounidense con sus propios sueños de independencia se convirtió en un ejemplo seguido de cerca por los franceses.

Ninguna experiencia humana tiene lugar en el vacío, ciertamente no en una placa de Petri aislada. Somos el producto de la evolución, social o biológica, muchos casos inconscientes de dónde venimos. Todo lo que podemos hacer es tratar de averiguar el cómo y predecir dónde podemos terminar en función de dónde hemos estado, no una propuesta fácil.

Las violentas manifestaciones que hemos presenciado o escuchado en Cuba recientemente, pueden haber sido sorprendentes, tal vez incluso inesperadas, pero ciertamente no descabelladas dada la historia de ese país durante los últimos sesenta años más o menos. La vida en ese “paraíso” comunista es un constante escupir de mentiras o racionalizaciones sobre el fracaso individual o colectivo. Las cosas fallan allí, la gente no. Una rebelión que comenzó como un levantamiento de campesinos analfabetos desposeídos en los años cincuenta, terminó como uno de ciudadanos alfabetizados desposeídos del siglo 21.

Sólo se puede mantener los ojos de una población cerrada por un tiempo; la mayoría de las personas prefieren tenerlos abiertos todo el tiempo o no pueden ver a dónde van y viajarán. La frase “Puedes engañar a toda la gente algunas veces y a algunas de las personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo” se ha atribuido, con razón o sin ella, a Abraham Lincoln, pero la atribución no es lo que lo hace correcto, son las palabras mismas. La “Iluminación” fue un movimiento contra la dominación de las ideas que trataron de oscurecer la realidad, religiosa o de otro tipo y, finalmente, alcanzaron a la humanidad.

La mayoría de las insurrecciones comienzan en la acusación de criminalidad contra sus opositores. Los revolucionarios franceses se opusieron a los gobernantes monárquicos de la época, a la desigualdad entre ricos y pobres, a la incapacidad de la burguesía para compartir el poder político. La revolución cubana no fue en ciertos sentidos diferente. El 26 de julio de 1953, las primeras balas fueron disparadas en el cuartel militar Moncada en Santiago de Cuba en un intento de desalojar la dictadura del General Fulgencio Batista, el Presidente.

Este mes, en un par de semanas, el presente gobierno cubano intentará nuevamente celebrar otro aniversario de esa incursión al Moncada que finalmente terminó en victoria y donde la población intentará reconciliar lo ocurrido este 14 de julio con aquel incidente del 26 de julio.

Las recientes manifestaciones no sólo fueron muy concurridas, sino también generalizadas. Los participantes no eran las antiguas élites blancas que habían huido a Miami durante los últimos sesenta años en busca de la libertad y la prosperidad que habían disfrutado y habían perdido, sino un gran número de ciudadanos en su mayoría negros que se suponía que eran los beneficiarios de la nueva sociedad. Cuando las turbas fanáticas convocadas por las autoridades asustadas terminaron sus ataques y persecuciones contra los manifestantes se fueron a casa y se fueron a la cama preguntándose qué había ocurrido ese día y qué había pasado en sus vidas aseguradas, despertando frente a un nuevo día que nunca sería como eran las cosas.

Nada fue igual después de la Revolución Francesa del 14 de julio de 1789. Nada será igual tras la repulsa cubana del 14 de julio de 2021 contra el comunismo. Nadie sabía entonces qué sería de Francia tras la caída de la Bastilla. Nadie sabe ahora qué será de Cuba después de que la apariencia de normalidad cayera ante los ojos de sus actuales jefes de gobierno, pero tenemos una idea.

Y ese es mi punto de vista hoy.

 

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