Los estudiantes de la Escuela Superior de Haverhill recibieron una charla sobre el por qué deben mantenerse alejados de las drogas y las pandillas y si por casualidad algunos de ellos están involucrados, debe salirse rápidamente, antes de que sea demasiado tarde.
La charla no vino de un ministro o el sacerdote de una iglesia, o de un agente de la autoridad, un líder comunitario, o incluso uno de los padres, que a veces desesperados, trata de guiar a sus hijos por el camino correcto, pero sin ninguna experiencia de lo que están hablando.
No, esta charla fue diferente. Se le puede llamar un grito para que despierten. Esta charla vino de dos antiguos drogadictos y ex miembros de pandillas de Lawrence que fueron detenidos, llevados ante los tribunales, y condenados a cumplir varios años en la cárcel por sus delitos.
Cuando uno escucha a José Duran y Antonio Santiago, no se oye la voz de una persona bien educada tratando de encontrar las palabras adecuadas para impresionar a su público, sino las voces de dos hombres sencillos que hablaban acerca de sus propias experiencias y cómo sus acciones arruinaron sus jóvenes vidas.
Se puede trazar una línea paralela con el caso de Aaron Hernández y el juicio que lo llevó a la cárcel por el resto de su vida. La diferencia es que Hernández fue condenado por asesinato; el mayor delito cometido por Duran y Santiago fue el consumir y vender drogas mientras formaban parte de la pandilla Latin Disciples. Ellos vieron la luz, es por eso que se alejaron de ese tipo de actividades que arruinó su vida y las de los que los aman.
Depende de los que escucharon a Duran y Santiago y si están involucrados o piensan envolverse en actividades de pandillas; prestar atención a lo que ellos están diciendo o terminar como Hernández.