Cuando esta edición comience a circular, el nuevo Presidente Electo se estará juramentando, como es de costumbre, apoyándose en la Biblia.
En este país, un nuevo presidente ha sido siempre bien recibido como símbolo de cambio y progreso. No es el caso con el recién electo presidente que fue juramentando este viernes, 20 de enero, 2017, no frente a una multitud que lo aclama sino ante una multitud que lo repudia y amenaza con boicotear la ceremonia más significativa de la Democracia.
Como inmigrantes que somos, que venimos de un país donde este tipo de manifestaciones no son permitidas y son sancionadas severamente, nos quedamos admirados de la libertad que los protestantes aquí disfrutan, al mismo tiempo que protestan por la violación de sus derechos.
Somos inmigrantes que vinimos en busca de libertad. Libertad de trabajo, religión, expresión, elección y cualquiera otra libertad que se nos ocurra, hasta la de protestar, y estamos convencidos que este país continuará progresando a pesar de los augurios.
Para concluir, queremos traer a colación un párrafo del discurso inaugural del Presidente Ronald Reagan en su toma de posesión el 20 de enero de 1981. Reagan mencionó a un joven, Martin Treptow, que en 1917 dejó su trabajo en una barbería de un pequeño pueblo para ir a Francia con la famosa División Arco Iris. Allí, en el frente occidental, fue asesinado tratando de llevar un mensaje entre batallones bajo fuego de artillería pesada.
Se nos dice que en su cuerpo se encontró un diario. En la hoja de información bajo el encabezado “Mi Promesa”, él había escrito estas palabras: “Estados Unidos debe ganar esta guerra, por eso trabajaré, ahorraré, sacrificaré, aguantaré, pelearé alegremente y haré todo lo posible, como si la cuestión de toda la lucha dependiera sólo de mí.”
La crisis que estamos enfrentando hoy no requiere de nosotros el tipo de sacrificio que Martin Treptow y tantos miles de otros fueron llamados a hacer. Sin embargo, requiere nuestro mejor esfuerzo y nuestra voluntad de creer en nosotros mismos y de creer en nuestra capacidad de realizar grandes obras, de creer que junto con la ayuda de Dios podemos y resolveremos los problemas que ahora nos enfrentamos. Y después de todo, ¿por qué no deberíamos creer eso? ¡Somos Americanos!