Cuando se trata del consumo de opioides, Estados Unidos tiene el desafortunado honor de liderar el mundo. Por cada millón de estadounidenses, se toman casi 50,000 dosis de opioides todos los días. Eso es cuatro veces la tasa en el Reino Unido, según reportó Owen Amos de BBC.
Entre los mayores países consumidores, los tres mayores son Estados Unidos, Canadá y Alemania, en ese orden.
Aunque el artículo admite que siempre hay buenas razones para consumir opioides, tales como aliviarles el dolor a pacientes de cáncer o aquellos pacientes que se están recuperando de cirugías.
Pero si toma muchos (opioides), usted va a tener problemas y América, definitivamente tiene un problema.
¿Y por qué América tiene un problema con opioides? Pregunta el autor para luego contestar, ¡porque los médicos americanos recetan mucho!
Contrario a la mayoría de los países europeos, los Estados Unidos no tienen seguro universal de salud pago por impuestos. En su lugar, los americanos están obligados a pagar por su propio seguro de salud, usualmente a través de su empleador o el gobierno.
El artículo cita a la Profesora Judith Feinberg de la Escuela de Medicina de la Universidad de West Virginia, diciendo que, “La mayoría de los seguros, especialmente el de los pobres, no pagan por nada más que píldoras”.
Suponga que usted tiene un paciente de 45 años con dolor de espalda. Luego de examinarlo concluye que tiene un espasmo muscular. El mejor tratamiento es terapia física, pero nadie va a pagar por eso por lo que los doctores le recetan una píldora. Incluso si el seguro cubre fisioterapia, probablemente necesite autorización previa (de la aseguradora), lo que implica mucho tiempo y trámites”.
Luego de leer el artículo, nos parece que el autor culpa del problema que tenemos primeramente al médico, seguido de las compañías de seguro o de la forma en que el país carece de un seguro universal que cubra a todos sus ciudadanos, pero deja fuera al individuo que usa la droga.
Estos se están matando diariamente bien con inyecciones o píldoras que no necesitan en lo absoluto para curar o aliviar sus males, sino para complacer la adicción. Por otra parte, compadecemos a los pacientes que por alguna u otra razón se ven obligados a utilizar calmantes por sus problemas de salud.
Por esto no podemos culpar a los médicos ni a las compañías de seguro o al gobierno. El único culpable es el que usa la droga, demostrando falta de seguridad, control y fuerza de carácter. Es como el que no puede dejar de fumar, a pesar de que sabe que se está suicidando lentamente, y con ello a su familia.
Recién escuchamos en la radio a alguien diciendo que el problema de los opioides es tan severo, que los equipos de emergencia, llámense bomberos, personal de ambulancias y/o policía no dan abasto aplicando Narcan a aquellos con sobredosis, por lo que están sugiriendo que la ciudadanía coopere, llevando un atomizador de Narcan en su bolsillo de forma de que pueda socorrer a alguien que lo necesite.
En su edición del 17 de julio, 2017, el diario local reportó un caso de sobre dosis en una casa situada en el 194 de la calle Garden en Lawrence donde 3 personas estaban envueltas dos de las cuales murieron. Un equipo de respuesta a materiales peligrosos fue llamado ya que no había seguridad de qué clase de drogas habían utilizado y se sabe que los opiáceos hechos por el hombre fentanyl y carfentanil pueden ser tóxicos para las personas que simplemente están en presencia de las drogas.
¡No es necesario decir más! ¿A quién se le ocurre que un ciudadano común y corriente, sin conocimiento y/o entrenamiento alguno, puede determinar quién necesita un tratamiento de Narcan, y que al hacerlo esté poniendo su propia vida en riesgo?