Editorial: Terminaron las elecciones. ¡Gracias a Dios!

Aunque no tan sensacionales como las elecciones presidenciales donde los candidatos suelen prometer la luna, siempre las locales como las que acabamos de sobrepasar, traen sus errores culturales.

El primer enigma es el que rodea al votante hispano. Llegamos a este país procedente de países donde en algunos, el voto es obligatorio. En Lawrence, donde hay 40,631 votantes registrados sólo votamos 6,051 ó 14.89%de los registrados.

Aquellos que intentaban cambiar las caras de los miembros del concilio no contaron con el apoyo económico necesario para llevar a cabo una campaña efectiva.

El hispano es conocido por asistir a los eventos que lleva a cabo el candidato para recaudar fondos, lo aplaude, le dice que lo apoyará, le come la comida y se marcha sin dejar un centavo, a diferencia del no Latino (por no llamarle americano) éste entra con el cheque en la mano.

Esta campaña no fue tan larga pero si dura. Parecía más dura y más difícil para los candidatos con recursos limitados que desesperadamente querían hacer llegar sus mensajes a sus electores.

Felicidades a todos los ganadores. Para aquellos que no ganaron, por favor, no desaparezcan. Manténganse en contacto. Si usted realmente tenía algo bueno que aportar, dé un paso adelante y ofrézcalo a la persona que salió ganadora.

Y por último, una recomendación a los futuros candidatos hispanos. Antes de entrar en la política Americana, debemos aprender como lo han venido haciendo sus habitantes hasta ahora por más de 200 años. Por favor, no queramos hacerlo “como en nuestro país”.